viernes, 16 de octubre de 2009

Capítulo n°3 Enamorada

- Es que tú no me entiendes- aseguré casi gritando y alejándome de él- Si tan sólo supieras....
-¿Saber qué?- preguntó.
- Es exactamente eso, no puedes saber- le dije- no és solo un secreto, és... es mi vida- admití.
Él se volvío a acercar a mí, pero ahora caminaba lentamente hacia mí. Cuando me alcanzó, púso sus manos alrededor de mi cintúra, y me acercó a él. Nunca me había dado cuenta de su olor a casi sangre. Debía quitarmelo de encima, para quitar también su olor sangriento. Pero, algo me lo impedía.
- Jasper- le dije. Respiré ondo e ihnale su exquisito olor rojo. Mis ojos cambiaron bruscamente de color café dorado a un rójo intenso. Él se dió cuenta, y me soltó de sus brazos.
-¿Que tiénes en tus ojos?- preguntó-¿Úsas lentes de contacto rojos?
- No... son las luces... naturález las que cambian mi color de ojos- inventé.
-¿Luces naturalez?
-¿Nos has oído hablar de ellas?- pregunté.
- Ahora que lo dices... no, no he oído hablar de eso- admitió.
- Qué extraño- dije yó.
- Si que lo és- aseguró.
El olor se esfumó junto con la sed de sangre. No podía hacerle daño a él porque lo amaba. Ahora él era mi vida, mi ser... era mi alma si es que tenía una. Realmente lo amaba, lo amaba tanto que pensé que si estaría a mi lado le haría demasiado daño... Debía irme... Pero no a casa... Más dentro del bosque donde mingún humano pudiera encontrarme... Al corazón del bosque. Pero no podía dejarlo, no podía separarme de él. Quería estar con él para siempre, para toda la eternidad... para siempre.
- Jasper- le dije.
-¿Qué ocurre?- preguntó.
- Debo irme- le dije- Pero no a casa- aseguré.
- Y...¿dónde quieres ir?- preguntó a mi respuesta.
El era diferente, el era único. Él era diferente al resto, no era igual. Me costaba sentir lo que sentía... Pero Mady, podía leer su mente. Era algo raro. Algo frustrante para mí, realmente frustrante. Sus ojos estaban llenos de curiosidad. Sin poder leer sus sentiminetos, podía leer sus ojos, sus suaves y tiernos ojos marrones.
- Eso es lo que me pregunto- dije- Donde ir.
Me miraba confuso... Como antes lleno de curiosidad. Lleno de preguntas sin responder. Sin darme cuenta, estaba oscureciendo. Era el minuto del crepúsculo, mi minuto peferido del día.
- Mi momento preferido- dijo sin mover su vista de mí.
- Igual el mio- aseguré.
-¿No estás cansada?- preguntó.
Segundo error. Quedarme parada tanto tiempo era algo anormal, algo inhumano.
- Si- le mentí.
-¿Por qué no te sientas?- me preguntó indicando un tronco en forma horizontal en el suelo.
- Eso iba a hacer- le mentí cuando caminé haci el tronco para sentarme con él.
¿Cuántos errores cometería en el día? Mi primer error fue en el aparcamiento del instituto cuando le dije que no cometiéra el mismo error de la protagonista de la saga de vampiros estrenada en Julio de este año. No sabía guardar un secreto tanto tiempo con la misma persona y... él tendría que enterarse de todo al final. Pero si se quedaba conmigo, no sabría él en que se estaría metiendo. Él no sabría que error habría cometido. Y tampoco sabría que estaría tan cerca de la muerte como lo estuve yo alguna vez en mi mortalidad antes de ser vampira. No debía permitir que él se acercara mas de lo que estaba a mi. Debía guardar el secreto para toda la eternidad, hasta que otro vampiro tocára mi puerta y me matára, cosa que desconósco porque la más fuerte de la familia era yó, aunque parecía la mas débil de todos. En fin, el no se debía enterar.
- Eres distinta al resto- me dijo. Tuve un momento de shock, no sabía que los vampiros la tuvieran alguna vez.
-¿De qué hablas?- le pregunte lo más humana posible.
- Eres mucho mas amistosa que el resto- aseguró.
Amistosa. Era ovbio. Tantos años aprendiendo de mis propios errores y lo menos que podía ser era una persona fría, sin sentimientos, alejada al resto, misteriosa y muy guardada en mi misma.
- Gracias- le dije, suspiré de alivio.
- Nunca había visto a alguien como tú- aseguró- físicamente.
Oh, oh.
-¿A no?
- No- dijo amistosamente- tu piel el pálida...
- No soy la única- le contradije.
- Fría...
- Calefacción.
- Tan segura de si misma...
- En eso no te equivocas- le dije.
- Y tus ojos...
- Es un color natural- le exliqué.
- Cámbian de color...
- Lentes de contacto- le dije.
-¿No que no usabas?- preguntó- April, no soy tonto.
- No digo que lo eres- aseguré.
- No- me siguió- pero... es extraño...
-¿Qué?
- Lo diferente que eres... casi no pareces humana- aseguró.
En un minuto creí que el lo sabría todo, pero me di cuenta de que no se había enterado de nada aún. Ví eso en sus ojos, e inventé algo, me púse a reír cuando no tenía risa, para hacerle creer que lo había encontrado todo como na broma de mal gusto.
-¿No parecer humana?- pregunté entre risas falsas.
- April- me dijo- Como te dije antes, mientes muy mal.
- No mentía- ops, tercer error en el día. Tendría que contar los errores que tuve, en la madrugada.
- Haci que... no mentías cuando decías que eras una vampira- me dijo.
- No- le dije.
¿Para qué ocultarlo todo si al final de todo modos se iba a enterar?
- Pruébalo- me pidió.
-¿Te mentiría con algo tan...?- no terminé la pregunta por no tener una palabra para describir lo que quería decir.
- Si eres realmente una vampira... pruébalo- me pidió otra vez- rómpe ese árbol- me dijo y apuntó el tronco en el que estaba sentado- lanzalo lejos- me pidió.
- Está bien- le dije- tendrás que salir de ahi si quieres que lo lanze lejos- le dije, y el se paró.

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